Volvió a lucir el sol y Guzmán lo recibió despierto. Esa noche apenas pudo conciliar el sueño y a cada momento le sobresaltaba algo incorpóreo pero fantasmal y buscaba a su lado el cuerpo desnudo del señor queriendo protegerse a su amparo. Es que acaso esa miedosa reacción de su subconsciente no la provocaba precisamente lo que Bernardo le había dicho respecto al joven conde?.
Los espectros del muchacho no tenían ni forma ni cara ni se asociaban en su cabeza con la imagen de un cuerpo tan proporcionadamente bello como el de Nuño. Y le parecía ver su imagen con la cabellera al viento azotando el aire camino de la torre. Y quizás fuese premonición, pero en ese instante las cadenas del puente crujieron al descender y chirrió el rastrillo al elevarse para dejar paso al noble señor. El conde volvía a la torre cubierto de polvo y a la grupa de un caballo sudoroso y sediento.
El crío no veía el patio desde la alcoba, pero notó agitación fuera de ella y supuso que algo pasaba. Y lo probable era que el acontecimiento fuese la llegada del señor. Cuando aún estaba en la cama, se abrió la puerta apareciendo el apuesto joven seguido de Bernardo. Guzmán hizo ademán de levantarse, pero la voz del señor resonó con energía: “Tú, quieto donde estás..... Y tú, Bernardo, manda que preparen el baño..... Necesito quitarme toda este mierda de encima cuanto antes. Ayúdeme a desnudarme...... Se lo digo a Bernardo no a ti. Tú estate quieto en la cama mientras no te ordene lo contrario”. El zagal permaneció sentado a medio tapar y la polla se le puso tiesa dejando ver el glande brillante y henchido de sangre que lo hacía palpitar.
Dos esclavos trajeron la tina y otros cuatro venían con cántaros de agua caliente y la vertían en ella hasta mediarla. Nuño, ya en pelotas, esperaba mostrando su pletórica anatomía ante los ojos muy abiertos del crío y Guzmán notaba que crecía su excitación, pero pudo cubrirse algo mejor para que no lo viesen así los esclavos del conde. Y por qué tenía que darle vergüenza que otros viesen su miembro erecto, si no se sonrojaba de ello ante el otro joven?. Y Nuño lo miró al taparse y al sentarse en el agua él también estaba empalmado. Pero solamente Bernardo podía verle la polla al ocultarlo del resto con su espalda. Y el esclavo sabía de sobra cuales eran los gustos y aficiones de su amo y, sobre todo, que hacía con los jóvenes furtivos.
Guzmán se recostó en los almohadones y aguardó nervioso a que el señor le dijese algo, pero después de que Bernardo lo secase y peinase los cabellos, se dirigió hacia el lecho y se tumbo boca abajo casi pegado al chico. Guzmán dejó deslizar sus ojos por la espalda y los glúteos de Nuño y se dio cuenta que le gustaba poder admirarlo y algo en su interior le empujaba a pegarse a él. El conde despidió al esclavo y sin dejar de observar al muchacho le preguntó: “Te ha tratado bien?”. “Si, mi señor. Aunque no pude salir de esta alcoba”, respondió el crío. Y Nuño dijo: “Lo sé, porque así se lo ordené a Bernardo. Un pájaro de plumaje tan bello no ha de exponerse a que un gato roce sus plumas o lo mate sólo por jugar con él. Debe permanecer en una jaula aunque merezca que sea de oro...... Estás cómodo en mi lecho?”. “Sí, mi señor..... Nuca había reposado en algo tan blando y que oliese tan bien”, afirmó el chico. “Ese olor es el tuyo”, añadió el conde. “El mío, señor?”, exclamó Guzmán. “Sí. Pero sin mugre y por eso huele a aire fresco y a campo en primavera cuando la lluvia moja la yerba. Ese es el aroma de tu cuerpo y el del pelo, que mueves con tanta gracia al hablar....... Mírame a los ojos...... Ahora te da vergüenza?”. “No, mi señor.... Pero no sé si debo mirarlo con insistencia”, repuso el crío. Y Nuño le aclaró destapándolo: “Me refería si te sonrojaba que te la vea así y no que me mirases a la cara”. El zagal se puso como un tomate y balbuceo: “Mi señor!...... No puedo evitar que crezca así y por eso la tapo”. “Y por qué no la cubriste la otra noche?. También se puso así de dura!”, replicó el conde. “La vuestra también lo estaba, señor”, se defendió el chaval. “Pues ahora también”, dijo Nuño dándose la vuelta para enseñar su verga grande y gorda como una maza.
A Guzmán se le erizaron los pelos de todo el cuerpo al verle el cipote al conde. Era más grande de lo que recordaba y su cabeza brillaba como si fuese de metal bruñido. Al chico se le puso mucho más tiesa todavía y empezaron a dolerle los huevos por la presión y la calentura, sin poder evitar que sus mejillas se encendiesen como guindas. Nuño miraba al chaval sonriéndole y le dijo: “A mi también me excita verte desnudo porque eres muy hermoso. Y esa verga que tienes tan dura y bonita, hace que crezca la mía y se ponga como un barrote de hierro candente. Mira mis cojones...... Están llenos de leche y van a explotar si no los vacío. Lo mismo que los tuyos que también necesitan desahogo........ Te duelen?”. El muchacho contestó: “Sí, mi señor.... Mucho. Y ya empieza a salirme leche aguada por la punta de la polla..... Nunca se me había puesto así ni me habían dolido tanto las bolas, mi señor”. Y el conde comenzó a masturbarse sin quitarle la vista de encima a Guzmán. Y le ordenó: “Cáscatela conmigo.... Eso que te sale sólo es babilla y quiero ver cuanta leche almacenas en esos cojoncillos...Y tu verás la que puedo soltar por mi cipote... Quien eche más, gana... Venga, dale,... dale... Quiero ver como te corres de gusto al mismo tiempo que yo... Avísame cuando te vaya a salir para hacerlo juntos”.
Y no necesitaron mucho tiempo para que brotasen del orificio de la uretra unos abundantes chorros de semen disparados hacia arriba con fuerza. El esperma de ambos cayó sobre sus cuerpos y al recobrar el aliento y el sosiego, el conde se inclinó sobre el chaval y con los dedos recogió parte de la lechada diciendo: “No está mal para un joven adolescente, pero he ganado yo..... Mira cuanta cubre mi pecho y mi estómago. Incluso me saltó a la cara..... Acércate y observala bien”. Guzmán se incorporó y acercó la cara al cuerpo del señor y también quiso recoger el semen imitándole a él. Y Nuño añadió: “Cual te parece más densa?”. “La vuestra, señor”, admitió el muchacho. Y el conde dijo: “Pero la tuya también es espesa y muy agradable al tacto..... Me gusta tenerla en los dedos. La has probado alguna vez?”.
Guzmán tardó unos segundos en responder pero confesó: “La noche pasada la probé, mi señor”. “Te masturbaste en mi cama?”, pregunto Nuño. “Sí, mi señor”, admitió el chaval algo sonrojado. Y el conde dijo: “Pues estabas muy cargado para haberte corrido hace poco!..... Te gustó tu leche?”. “Sí, mi señor”, afirmó Guzmán. Y Nuño recogió del pecho algo de la suya y se la acercó a los labios al rapaz, diciéndole: “Prueba la mía ahora”. Y el crío no dudó en abrir la boca y meterse en ella los dedos de Nuño chupándolos para lamer el semen que le daba.
“Te gusta?, le preguntó el señor. “Sí, mi señor”, respondió el chico. Y el conde le otorgó el privilegio de lamerle todo el estómago y el pecho para saborear el resto del esperma.
Al acabar de limpiarle la piel al conde, éste le dijo: “Ahora puedes lamerme la cara y dejármela tan limpia como el resto. Lo has hecho muy bien”. El chico tampoco lo pensó dos veces y pegó sus labios a la mejilla de Nuño para lamerle la leche que le había salpicado el rostro y el señor le ordenó: “Cuando limpies las mejillas y mi frente haz lo mismo en mis labios. Ahí también tengo restos”. Pero al hacerlo, el crío se los besó por un impulso instintivo sin ser consciente que estaba dando el primer beso de su vida en otra boca y no era la de una mujer.
Se separó de Nuño como un relámpago y se turbó al darse cuenta de lo que había hecho, pero el otro lo agarró por la nuca y lo acercó de nuevo a su boca para corresponderle con otro beso mucho más caliente e intenso. Guzmán no se retiró esta vez ni opuso resistencia para juntar su boca a la del señor. Y al separarse ya no estaba colorado de vergüenza sino por el calor de la pasión. Le hervía la sangre en la cara y notaba un vapor que le ascendía desde el pene al cerebro nublándole la vista. Estaba mareado y su cabeza cayó de golpe en la almohada como si hubiese recibido un fuerte golpe en la nuca.
Nuño se arrimó a él y lo abrazó con fuerza pegándolo a su cuerpo como si quisiese acunarlo y dormirlo. Y Guzmán olvidó todo cuanto le había dicho el esclavo el día anterior. Se convenció de que aquel hermoso joven jamás podría causarle daño alguno después de haberle besado de ese modo.
Ahora no sólo no podía temerle sino que se encontraba seguro entre sus fuertes brazos.
Muy bueno el contenido y también el continente. Me gusta el relato y como está presentado.
ResponderEliminarBesos para Andreas y para stephan
Très bonne!
ResponderEliminarMerci
No rompemos la tematica, seguira igual que lo dos anteriores puros becitos, arrumacos y polvos?
ResponderEliminarEste mensaje es solo para anonimo:
ResponderEliminar¿Por qué no te preguntas cuál es el motivo que te impulsa a leer aquello que no te gusta?
Porque lo que es a mí y creo que a unos cuantos más, además de las zurras nos gustan los besos, los arrumacos y por supuesto los buenos polvos!
Simplemente para ver si hay algun cambio de temática y para eso hay que leer aunque más no sea salteando parrafos...
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