Autor: Maestro Andreas

jueves, 2 de junio de 2011

Capítulo XLVII

No había amanecido y catorce sombras oscuras salían de Sevilla por un portillo discreto abierto en una de sus murallas. Ocho de ellos eran figuras de carnes férreas y aceradas y los seis restantes se ocultaban bajo capas con capuchas. Cuatro parecían caballeros y dos sólo daban la impresión de ser unos críos no demasiado fuertes ni avezados en el manejo de las armas.

Y algo más tarde, por otra de las principales puertas de la ciudad, se veía traspasar el arco una comitiva compuesta por veinte soldados del rey que escoltaban a sus emisarios hacia el camino de Granada. En esta había oficiales y algún alférez, pero no se distinguían caballeros eminentes, a no ser que fuesen dentro de unos carromatos que marchaban en el centro de la formación y que los guerreros custodiaban como si llevasen algún valioso tesoro en su interior.

Sin embargo, si enarbolaban los pendones de Castilla y León y, también, los del conde de Alguízar y Don Froilán, así como uno encarnado con el blasón del nuevo Señor de La Dehesa. Por lo que había que suponer que tales nobles señores se acomodaban en muelles asientos en dichos carros de mulas, para hacer más llevadero el viaje a la ciudad a orillas del río Genil y del Darro.

Doña Sol quedaba en los reales alcázares, con algún que otro mareo que podían alertar sobre un estado de embarazo, y doña Petra, encantada ante la posible gran noticia, aumentaba los desvelos por su señora como si ya estuviese a punto de dar a luz. La dama iba a extrañar a sus dos hombres ahora que la tenían tan bien cubierta y no le faltaba nunca una buena dosis de leche fresca para merendar, pues desde hacía unas semanas sólo le apetecía ese tipo de alimento y no los otros que se empeñaba en darle su aya. El viaje no es que fuese por muchos días, pero siempre se presentaban imprevistos o había que cambiar de planes sobre la marcha, ignorando al partir la fecha del regreso, que sólo podía calcularse de forma aproximada.
La condesa era de las pocas personas que sabían que en la vistosa comitiva no iban los caballeros comisionados por el rey, sino que éstos eran los jinetes que salieran antes del alba, discretamente y sin ruido ni fanfarrias, para evitar que los enemigos, siempre al acecho, les tendiesen alguna trampa mortal o fuesen capturados como rehenes. En el discreto grupo, sólo iban Guzmán, el conde, Don Froilán, el noble Aldalahá, los dos eunucos, Hassam y Abdul y ocho imesebelen armados hasta los dientes. Y todos sobre nobles corceles árabes, entre los que destacaban uno negro como la noche profunda y oscura y otro blanco como las nieves de la sierra de Granada, que montaban Guzmán y el conde, respectivamente.

Cabalgaban rápido y sin apenas pararse para descansar a no ser el tiempo justo para que abrevasen los caballos en un arroyo. Y si no fuese por la premura y la seguridad, al conde le hubiese apetecido darse un chapuzón sin cota de malla ni armas colgadas de su cintura, abrazando el cuerpo desnudo de su amado para verlo brillar por el sol reflejado en las múltiples gotas de agua que escurrirían por su piel. Y también a Froilán le agradaría hacerlo y ver desnudo al mancebo, pero debían continuar el camino y no dar oportunidad a sus enemigos de dar con ellos.

Y antes de abandonar las tierras del reino del rey castellano, como por arte de magia aparecieron Guzmán y los otros caballeros entre la comitiva oficial como si durante todo el tiempo hubiesen viajado con ellos. Y no era una ilusión verlos, porque simplemente sabían de antemano en que punto debían encontrarse y mezclarse sin levantar sospechas a otros ojos extraños. Tenían que hacer creer que sólo era una la caravana y en un recodo entre dos cerros, flanqueado por peñascos, que daba paso a un llano despejado en el que acamparían para pasar la noche, la avanzadilla de los catorce jinetes se unió con rapidez a los otros como si decidieran cabalgar un rato antes de caer la tarde.
Se montaron tiendas espaciosas para los nobles y también otras menos lujosas para la soldadesca y los señores quisieron compartir su cena con todos, excepto los imesebelen, que no descansaban ni abandonaban la guardia para proteger a su amo y príncipe. Aldalahá si participó con sus amigos y se divirtió mientras comía con los cantos y cuentos de los jóvenes soldados. Y más tarde, el noble almohade vio como los más jóvenes bebían alegres y jugaban a los dados cuando no les tocaba hacer guardia, seguramente deseando llevarse a su tienda a alguno de ellos para pasar una noche menos solitaria.

Lo mismo que le ocurría a Froilán, pero que éste supo arreglárselas mejor que Aldalahá y engatusó a un jovencito que tocaba el tambor, al que le iba a tocar él las nalgas y no con redobles solamente. El culo de ese músico amanecería tan tocado como el parche que hacía sonar al acercarse a un poblado para anunciar la llegada de la comitiva, pero, además, abierto en el centro como si lo perforasen con el mazo conque golpeaba rítmicamente el instrumento de percusión.
Al conde y a Guzmán no les hacía falta otra compañía que la de sus dos eunucos, pero no para follarlos sino para que les limpiasen las dos pollas y el culo del chico después de ser montado por Nuño. Esa noche ellos no sólo se amaron sino que charlaron en serio del cambio en sus vidas por los honores recibidos por el mancebo y lo difícil que se ponía mantener su vida como hasta ese momento.

Nuño abrazó al chico y le dijo: “Mi amor, todo lo que ha sucedido en tan poco tiempo, desde que llegamos a Sevilla, ha provocado un vuelco total en nuestra situación. Ahora tú eres el más notable de los dos y te debes a tu posición y rango en la corte...No me interrumpas y deja que hable... He oído que el rey quiere casarte con la hija de otro rey de un país en el centro de Europa. Y eso, además de estar muy lejos, supone el fin del placer que sentimos al estar juntos. Ya que, aunque yo fuese parte de tu séquito, no sería fácil que follásemos a diario y menos dormir en la misma cama. Entiendes lo que te digo, Guzmán?”. El mancebo tenía los ojos húmedos y respondió: “Sí, lo entiendo, pero no lo acepto. Me moriré sin el amor del hombre que amo sobre todas las cosas y no puedo vivir separado de ti. Nuño, eres mi amo y señor y la única posición que merezco es la de un esclavo ante su dueño. No me casaré con nadie ni me apartarán de tu lado, porque antes debes matarme o lo haré yo mismo con el puñal que me regalaste y que nunca me separo de ese fiel amigo.
No deseo nada más que ser feliz contigo y el resto no me sirve de nada ni lo quiero”. Nuño lo apretó contra el pecho y añadió: “No digas eso, porque si tú mueres yo también moriré de pena. Y no podría matarte tampoco. Esa no es la solución. Antes me quitaré la vida yo mismo y te dejaré libre para vivir de acuerdo a tu condición de príncipe”. “Guzmán lo besó en la boca y respondió: “Te olvidas de Sol y del niño que seguramente te de muy pronto?. No puedes dejarlos solos. Ni a mí tampoco. Así que piensa como resolver este lío en que nos han metido con eso de mi parecido con un hermano del rey que nunca conocí”. Nuño sonrió y exclamó: “Si no fueses tan hermoso ni tan valiente quizás nadie hubiese reparado tan pronto que tus venas tienen estirpe de reyes. Pero algún día saldría a la luz esa verdad y todo sería como ahora. Siento que vivo mis últimos días contigo y me arrebatan lo que más quiero. Una vez me dejó solo la muerte de un príncipe y ahora es la vida de otro la que me va a quitar el corazón..... Voy a poseerte otra vez para creer que así conjuro al destino y te retendré a mi lado para siempre”.
Y se besaron con pasión y se amaron sin medida. Pero no podían pensar en otra cosa que no fuese en ese futuro que se empeñaba en volverse contra ellos para impedir que su amor fuese para toda la vida, dado que eterno ya lo era y lo sería siempre.

3 comentarios:

  1. Me ha encantado , espero los nuevos capítulos de su marcha hacia granada y encima les pones esta música medieval que es un gusto leer el capítulo. Te transporta al mismo tiempo de la acción. sigue así . Haciéndonos disfrutar del relato

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  2. Che bel sito! Quel beau site! Je ne parle pas espagnol. Vos textes se trouvent-ils en français, italien ou anglais?

    J'aimerais bien pouvoir vous lire. C'est très sensuel!

    Merci, Grazzie, Thank you

    Michel

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  3. Cher Michael, je suis désolé, mais impossible pour nous de traduire ces textes.
    Si nous avons mis une traduction automatique serait perdu le sens et la magie du texte original de Maestro Andreas.
    Merci pour vos compliments.
    stephan

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