Y se quedaron solos los tres en los aposentos que Doña Sol ocupaba en el alcázar. La dama despidió a su dueña, mandándola con el resto de sus sirvientas a un aposento más alejado del suyo y sólo pidió que dejasen bandejas con frutas y dulces y también jarros de vino y de agua enfriada con nieve de la alta sierra granadina. El conde se sentó en un sillón de madera y respaldo alto y Guzmán se puso a sus pies sentado en el suelo anudando las piernas bajo el culo. La dama se retiró a otro aposento para mudarse de ropa y reapareció con una ligera túnica de color celeste, muy vaporosa, y el cabello suelto hasta la cintura. Estaba hermosa y su rostro ya de mujer resplandecía con una mezcla de orgullo y ansiedad por los dos hombres que la contemplaban.
Y Nuño le dijo que se acercara hasta él y al tenerla al alcance de su mano la asió por la suya, tan fina y blanca que daba la impresión que se aplastaría si la apretaba demasiado. A Doña Sol le entró un escalofrío al contacto con la mano de su esposo y miró al mancebo que la veía desde abajo, clavando en ella su mirada penetrante y llena de luz. Y pensó la joven qué estaría pasando por la mente de ese muchacho al verla tan ligera de ropa e insinuando su cuerpo bajo la tela. Y por la cabeza del chico lo que se barruntaba era qué querría hacer con ellos dos su amado conde.
El conde obligó a la joven a sentarse en sus rodillas y la abrazó por la cintura diciendo: “Mi señora, en esta alcoba está todo lo que más quiero y deseo en el mundo. Mi amado Guzmán y vos. Porque él me enseñó a teneros el aprecio que merece una mujer lista y tan hermosa como vos, que además sois mi esposa y seréis la madre de mis hijos. El os quiere mucho, señora, y siempre ha apreciado vuestras virtudes consiguiendo que yo también las vea. Y se que vos también lo queréis a él no sólo por su belleza y valentía. Guzmán es parte de mí, como ahora también lo eres tú. Y quiero que se acabe ese tratamiento distante y cortésmente aceptado, porque uno mismo no se habla de ese modo. Desde ahora eres simplemente Sol, como él es Guzmán, aunque sea un noble de sangre real, y yo Nuño. Usando mi prerrogativa de dueño y señor vuestro, así os lo mando e impongo como mi última orden a mis dos amores. Dame un beso, Sol. Y tú, Guzmán levántate y bésame con ella”.
Y así lo hicieron. Ella besó a su marido en la boca y el chico quiso hacerlo en la mejilla, pero Nuño le estampó un besazo en los morros con saliva y todo. Y el conde les dijo a ambos: “Besaros los dos. Pero en la boca también. Quiero que el amor sea entre los tres”. Guzmán se quedó parado y le daba reparo obedecer a Nuño, pero ella no lo tuvo, se levantó, y como si el crío fuese su amante le estampó un beso que lo dejó sin respiración. Y el mancebo se puso como un clavel colorado y reventón.
Entonces Nuño se puso en pie también y los abrazó a ambos por la cintura y los atrajo al mismo tiempo hacia sus labios y ya se morrearon los tres confundiendo la boca de uno con otro, indistintamente. Sol gustaba los labios del crío como si fuese fruta jugosa y el conde los lamía mordisqueándole alternativamente la lengua a los sus jóvenes amados.
Y entonces vino la novedad que se le ocurriera a Nuño para celebrar su triunfo en el palenque. Le pidió a ella que se desnudase y le diese la túnica. Y Sol lo hizo de buena gana, ya que estaba deseosa de mostrarse desnuda ante Guzmán. Y luego le dijo lo mismo al chaval. Y éste muy ruborizado se quitó el blusón de hilo y las calzas, quedándose en pelotas ante el conde y su mujer, tapándose el sexo con las dos manos. Pero Nuño se las cogió y se las separó a cada lado del cuerpo para que se le viesen bien los cojones y el pene, encogido por la vergüenza.
Y dijo el conde: “Sol, no creas que su pito es así de arrugado. Ya verás como se lo hago crecer y levantar apuntando al techo”. “Por favor, mi señor!”, suplicó Guzmán. Y Nuño le dio un cachete en la cara, regañándole: “Te dije que se acabó lo de señor y esas zarandajas. Qué pretendes?. Que ella y yo follemos contigo tratándote de alteza?”. Y Guzmán protestó: “Por favor no te burles de mí y me tomes el pelo con esas cosas. Porque tú no crees esas tonterías de la sangre real de un califa en mis venas. Sólo soy tu más humilde siervo, porque te amo y deseo serlo”.
“Eso lo sé y quiero que así sea como mi esclavo sexual. Y por eso, aún sin tratamientos estúpidos, seré tu amo y debes obedecerme en todo. Pero lo de tu sangre no son tonterías, por que es verdad. Eres un príncipe, Guzmán. Y no sólo entre los almohades. Por qué crees que el rey te ha protegido esta mañana?. Me ha concedido el privilegio de tomarte bajo mi cuidado a préstamo, porque eres su sobrino. Y esto que quede entre nosotros tres, porque es un secreto que hay que guardar por el momento por voluntad real. No pongas esa cara, muchacho, ni tú tampoco, Sol. Tu madre era hija de un califa, efectivamente, Pero el padre que nunca conociste, porque murió al conquistar esta ciudad, era el infante Don Fernando de Castilla y Suabia, hermano del rey. Y tú, Guzmán, eres su único hijo y, además, heredero al trono después de tu tío Don Fadrique de Castilla, mientras no tenga otros descendientes legítimos el rey. Eres un príncipe de Castilla y León y miembro de la casa de Borgoña. Por eso nuestro soberano te llamó Don Guzmán Fernández de Borgoña y te hizo su doncel. Y ahora deja que ponga tu polla en condiciones de ser admirada y deseada por Sol”.
La mano de Nuño se fue al centro del culo de Guzmán y sus dedos hicieron el resto. La verga del chico crecía y se erguía al mismo ritmo y en segundos era un orgulloso cipote que alzaba su cabeza brillante descubierta de pellejo. Y Sol, a la que ya se lo habían presentado, se hizo de nuevas y le dedicó un cumplido a la polla del muchacho, al tiempo que le echaba la mano para sobarla. Y Nuño le preguntó a la joven: “Te gustaría besar ese miembro?”. “Sí. Y lamerlo también”, respondió ella. Y el conde le ordenó: “Agachate y hazlo. Pero en cuanto notes en tu boca que mana líquido, deja de mamar. No quiero que se corra todavía”.
Y ella mamó la polla de Guzmán con un afán y un gusto que parecía como si chupase un carámbano de miel. Y Guzmán cerraba los ojos y se mordía los labios para no perder el control y soltar la leche en la garganta de Sol. Y cuando la cosa ya estaba a punto, Nuño dijo: “Sol vístete con las calzas y el blusón del zagal. Y tú, mi amado y valiente doncel, ponte la túnica de ella, porque voy a bajarte los humos de héroe que has cogido hoy. Serás mi esposa y ella mi doncel y te follaré por detrás como a una perra. Vístete rápido y dóblate sobre esa mesa dándome el culo”. Sol ya estaba disfrazada de mozo antes que Nuño terminase de hablar y Guzmán, mirando al suelo, se vistió la túnica por la cabeza y se apoyó en la mesa con la cara entre las manos.
El conde se le acercó por detrás y le levantó las faldas hasta por encima de la cintura y escupiéndole en el ano se la clavó de golpe y hasta el fondo. El chico se quejó por la brutal enculada y levantó la cabeza mostrando el dolor en su rostro. Y Sol, sobrecogida y también celosa por el trato que Nuño le daba al chaval, se colocó frente a Guzmán y agarrándole las manos lo besó por toda la cara mientras Nuño se lo follaba sin piedad ni delicadeza alguna. Le estaba rompiendo el culo con saña y enardecido por todos los acontecimientos vividos en pocas horas. Jugarse la vida era un acicate para su deseo sexual, puesto que recobraba unas renovadas ganas de vivir y gozar con pasión de sus seres amados. Y el chico era su predilecto y con el que se deleitaba más al poseerlo y entrar en su cuerpo por el culo.
Y antes de correrse dentro de las entrañas de Guzmán, Nuño sacó la verga del ano del chaval y se fue hacia Sol, que la cogió por la cabeza y le folló la boca en los morros del muchacho, que continuaba inclinado sobre la tabla al no decirle otra cosa su amo sexual. En cuanto Nuño sintió que le venía la leche a la punta del glande, puso a Sol en la misma postura que al otro crío y le bajó las calzas, dejándole el trasero al aire, y le escupió en el ano, para meterle los dedos primero y abrírselo, y luego se la endiño por el culo como a un muchacho. Y le dijo: “Así es como se folla a un hermoso mancebo de culo prieto y redondo como el de Guzmán y como te doy caña a ti también, porque ahora eres otro zagal como era él antes de tomarlo vestido de mujer. Cosa que repetiremos de vez en cuando para que no se crea tan valiente y aguerrido. Aquí el único macho dominante soy yo y vosotros sólo sois mis putas. Y como tal os trataré desde ahora en la cama. Abre más las patas y el culo, Sol, que te voy a joder el alma desde el ano. Y luego te tocará a ti otra vez. Así que ni te muevas pues todavía falta que te preñe”.
Les dio por el culo a ambos hasta que se cansó y le llenó las tripas a Guzmán en lugar de verterse en el coño de ella. Que quien le lleno la boca de leche fue el chico al correrse con la mamada que le hizo Sol al follárselo Nuño. Pero no terminó ahí la fiesta y después de reponer fuerzas con fruta, pasteles de almendra y vino, desnudos los tres, el conde los acostó en la cama y los ató mirándose de frente, metiendo el rabo de Guzmán entre las piernas de Sol. Y les azotó el culo a los dos con la correa y después, poniendo a Guzmán debajo y quedando ella de bruces sobre el chico, Nuño se la metió por el coño desde atrás y la fecundó con unos potentes chorros de esperma que bastarían para preñar a tres yeguas. El chico también se corrió en la entrepierna de Sol.
Luego descansaron y quedaron dormidos los tres juntos en un mismo lecho. Y tanto Guzmán como Sol estaban llenos de felicidad y gozo.
que rico ya me pajee de lo rico que es botar leche en el culo de un chaval ay quiero tener asi una mujer y un hombre para follar y romperles el culo a ambos y mi leche corra x sus venas
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